Revalorizando el Plástico

Este año se cumplen tres años desde el fin de la crisis sanitaria mundial. Si algo resta escudriñar sobre el tema es la lección que implica de cara al futuro. En especial, en lo que concierne al plástico.     

Los diputados, amén de otros funcionarios públicos, habrán de contrastar el daño ambiental del plástico con su aporte al modo de vida moderno. No en vano, a la insólita unión de dureza y elasticidad que supone el plástico se aúna su —ya por nadie objetada— eficacia para contener la difusión de infecciones. 

La resistividad eléctrica y la baja conductividad térmica se dan cita con una estructura molecular densa para engendrar polímeros sintéticos. Lo último explica por qué los virus no penetran el plástico. De ahí la aptitud de este material no solo como pieza de infraestructura —ubicuo en circuitos, maquinaria, y edificios—, sino incluso como agente de salud pública.

El informe «Revalorizando el Plástico» sugiere a los legisladores no apoyar la demonización del plástico. No concentrar esfuerzos en la disuasión de su consumo o producción. Más bien, se propone una agenda alineada al paradigma de economía circular, cimentada en los pilares de la reutilización y el reciclaje.

Todo país que invierta en la adopción de plásticos biodegradables y compostables estará asegurando su futuro. En el presente, no hay mayor acierto que la apertura ante tecnologías emergentes, tales como el aditivo d2w, que convierte el plástico común en un material que, al degradarse, deja tras de sí partículas de una menor concentración que el microplástico.

Esta y otras alternativas, amén de innovaciones en educación ambiental y diseño de políticas promotoras de una economía circular, se abordan en el documento.